jueves, 24 de julio de 2008

Los Sueños de Akira Kurosawa

El director japonés Akira Kurosawa, un nombre mítico en la historia del cine mundial, lleva a cabo en Los Sueños su última y más madura creación. La película es una auténtica joya visual que cuenta con el apoyo de los efectos especiales producidos por la Industrial Light & Magic, de George Lucas, para la creación de una atmósfera personal y cautivante. Los siete episodios revelan el amor de Kurosawa por el hombre, por la naturaleza y por las antiguas tradiciones de su pueblo. La magnífica puesta en escena de cada uno de ellos es una experiencia visual y acústica impresionante que lleva a terrenos rara vez vistos en el cine mundial. El único actor occidental es el destacado director norteamericano Martín Scorsese, quien representa al pintor Van Gogh en una de las más hermosas secuencias de esta obra imprescindible.

Un buen camino para percibir las diferentes facetas que tiene un hombre a lo largo de su vida es, sin duda, el que se muestra en sus propios sueños. Si pudieramos verlos, nos encontraríamos con un corte transversal de su vida cotidiana y las diferentes formas con las que este elabora asociaciones, vínculos, ideas y emociones; tanto para fines constructivos como destructivos.
Esta inquietud, nada desdeñable en el mundo del arte, fue acogida por el maestro del cine, Akira Kurosawa, quien elaboró ocho pequeños relatos que nos muestran pasajes de su infancia, el arte, la espiritualidad, la ecología y la muerte. Todos ellos, por supuesto, con una increible riqueza y licencias que sólo el relato onírico puede permitirse.
Mucho de su cultura se puede hallar en cada uno de estos cortos: Los sueños de niño tienen, casi todos, el común denominador de pasar de un lugar tradicional a otro plenamente natural. Vale decir, de los juegos infantiles de una casa de campo japonesa, aparece la huida y el reconocimiento de un mundo mágico en el bosque. Animales que hablan, espíritus que forman comunidades y entes extraños nos remiten al encanto que las leyendas de su país tuvieron para el pequeño Akira en sus primeros años de vida. Como contraparte, en su época de adulto, nos encontramos con su preocupación por hechos más concretos, tales como el cuidado del planeta y la supervivencia; con una imaginación que combina la experiencia vital y rutinaria y la singular creatividad del Kurosawa que todos conocemos.

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